En México, el ingreso mínimo necesario para que una persona viva dignamente en una zona urbana es de $3,542.40 pesos al mes, según la Línea de Bienestar del CONEVAL (2024). Esto incluye lo básico: alimentación, transporte, vivienda, salud y educación. Para una familia de cuatro integrantes, esta cifra asciende a $14,169.60 pesos mensuales. Pero… ¿cómo se comparan estos números con lo que realmente gana un músico profesional en el país?
Spoiler: la mayoría no llega.
El panorama económico del músico en México
La docencia, la producción musical, la gestión cultural, la investigación artística y —en menor proporción— la interpretación en vivo, son las actividades más comunes que sostienen la economía del músico mexicano. En muchos casos, no es una sola actividad la que garantiza el ingreso, sino la combinación de varias —lo que se conoce como pluriactividad.
En encuestas recientes, se ha identificado que un número importante de músicos vive por debajo o apenas en el límite de esa línea de bienestar. Esto se debe a varias razones:
Pagos bajos y esporádicos por presentaciones en vivo. Escasa contratación formal en instituciones culturales o educativas. Falta de derechos laborales, como seguridad social o contratos estables. Dependencia de múltiples fuentes, algunas incluso fuera del ámbito musical (por ejemplo, venta de productos, clases no relacionadas, u oficios alternativos).
Ingresos reales vs ingreso digno
Si bien hay músicos que logran superar la línea de bienestar —sobre todo quienes tienen plazas en universidades, producen música para medios o combinan su quehacer con posgrados e investigación—, la gran mayoría sigue dependiendo de ingresos fragmentados. Un ejemplo frecuente es quien gana entre $5,000 y $10,000 pesos mensuales, trabajando en distintas actividades sin certeza de continuidad.
Eso quiere decir que, para una sola persona, vivir apenas por encima del umbral de bienestar requiere un esfuerzo multidisciplinario. Para mantener una familia, la situación se vuelve aún más compleja.
Entonces, ¿qué se necesita?
Formarse más, sí. Profesionalizarse, también. Pero lo más urgente es visibilizar esta realidad: ser músico en México implica navegar un sistema laboral precario, aunque se tenga talento, estudios y pasión.
Urgen políticas culturales más justas, modelos de apoyo económico reales para artistas y esquemas que reconozcan la contribución del arte a la sociedad. Mientras eso llega, toca resistir… y componer.
